viernes, 31 de diciembre de 2010

Perdona, pero es que resulta que quiero casarme contigo.

Amor, la palabra de San Valentín. La palabra de este día que acaba de empezar. Amor. Tu segundo nombre. Estoy sentado a la mesa de la cocina. A buen seguro, tu estarás durmiendo. Es de noche. Mañana te dejaré esta carta bajo la puerta. Te imagino mientras sales de casa todavía medio dormida y la ves. Tus preciosas ojos se iluminan. Te agachas, la coges y la abres, y empiezas a leerla. Y, espero, a sonreir. Una carta, una pequeña carta que trata de contener una gran historia, la nuestra. Mi agradecimiento por el modo en que hacer que me sienta. No creo que dos ojas sean suficientes, pero aun asi, lo intentaré, porque no puedo evitarlo. dicen que no se puede hablar de amor, sino vivirlo. Es cierto. Yo tambien lo creo así. Si conozco el amor es unicamente porque tu me lo has hecho vivir y respirar. Lo he aprendido contigo. Aunque despues he entendico que, en realidad, no se aprende nada. Se vive y basta, juntos, cercanos y cómplices. El amor eres tu. El amor soy yo cuando estoy contigo. Feliz, sereno, mejor. Tengo mil recuerdos espléndidos de ti. A medida que pasa el tiempo me enamoro más y más de ti. Más de lo que creía posible. Te quiero cuando sonries, te quiero cuando te conmueves, te quiero mientras comes, te quiero el sábado por la noche cuando vamos al pub, te quiero el lunes por la mañana, mientras sigues somnolienta, te quiero cuando cantas a voz en grito en los conciertos, te quiero cuando nos despertamos juntos por la mañana y no encuentras las zapatillas para ir al baño, te quiero bajo la ducha, te quiero en la playa, te quiero por la noche, te quiero al atardecer, te quiero a mediodía, te quiero ahora mientras lees mi carita, mi felicitación de San Valentín, y quizás te preguntas si no estaré un poco loco. Y no te equivocas. 

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