miércoles, 8 de diciembre de 2010

No hay noche sin día.

¿Qué pasaría, si pudieramos ser lo que una vez de pequeños deseamos? Sería un tanto extraño, ya que todas las niñas irían con su príncipe azul, o todos los niños serían bomberos. Siempre me hubiera gustado ser princesa. Princesa de un cuento, de mi cuento. Me encantaría vivir en un gigantesco castillo cerca de un pequeño lago. Podría estar en Canadá, o quizás en Rusia, Antártida, Nueva York... Cualquier lugar extremandamente frios me apasionan. La nieve. Un lugar perfecto, en el que poder ver como los copos caen mientras estás tumbada, en el sofá, y con una manta. Un sitio en el que todas las complicaciones se esfuman como el polvo cuando soplas. El lugar perfecto, con el que vivir tu nacimiento, crecimiento y finalmente muerte. Es lo que tiene soñar, como es una princesa en su propio cuento, algo, que nadie le podrá quitar. 
- Lo siento, pero sitios así, no existen.
- ¿Como que no?
- Pues no existen, a ver si dejas ya de soñar.
- Perdona, es mi sueño, y en él, puedo hacer cuanto quiera. Saltar, volar, puedo hacer que llueva hasta el amanecer, o que nunca sea de noche.
- ¿No te gusta la noche? A mi me encanta, es el tiempo para descansar, relajarte, y poder ver las más de mil millones de estrellas en el universo. Tampoco entiendo como te gusta el invierno. A mi, me encanta la primavera, ver como las flores, florecen, ver como los parque se llenan de amor.
- No creo en el amor. Quizás porque nunca lo haya sentido fuertemente.
- Yo pienso, que si te has enamorado. ¿Te acuerdas? Lo bien que lo pasamos. Si, te enamoraste perdidamente de mi, y eso nunca lo vas a poder olvidar.
- Lo sé, pero algun día tendré que hacerlo. Por lo menos cuando algún día, vaya a vivir a mi lugar favorito: donde no pueda pensar ni un segundo en ti.

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