miércoles, 23 de febrero de 2011

Esperanzas de la vida.

Ocho de la tarde, de noche, frió, viento casi congelador. Estabas enfrente de mi, protegiendote de tus absurdas palabras que pronunciaste, porque la podía calificarlas como algo más, pero no le quiero dar más importancia de la poca que tiene. No pude contestar a tus frías palabras, me veía totalmente incapaz. No podía elegir, era o esto, o seguir engañandonos. Hemos intentando tantas veces los miles de intentos, que ya no quiero volver a intentar lo que no se intentó en un pasado. Vaya juego de palabras ¿no? Sí, el que tu y yo teníamos, solo un juego, el de seducir, el de besarse, pero el que se enamoraba perdía. Yo perdí y no sé si tu tambien, solo espero que sí. Pienso y me pierdo, me pierdo en un mundo en el que tu nunca has estado, no has nacido, no existe ni tu nombre ni tus apellidos. Nadie como tú. Pero esto es la realidad, y mi realidad es que aunque a veces, quiera que desaperezcas, no lo digo en serio, porque lo ultimo que quiero es que desaparezcas del mapa.

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